sábado, 14 de julio de 2012

Tardes de verano

                
                                               A Saúl y Octavio y por supuesto a mi tía abuela

Los veranos en el Caribe trascurrían a veces sin una gota de lluvia, más bien con mini gramos de brisa. Aún así no me recuerdo diciendo, ¡ay, qué calor! y esas cosas que uno sufre de adulto (de todas maneras allí se diría más bien: "¡tronco 'e sofoco, carajo!)
Mis primos y yo pasábamos las tardes enteras correteando por la terraza  de casa  de mi tía Geo en la caribeña ciudad de Barranquilla inventando nuevos juegos, imitando a nuestros super héroes, leyendo pakitos (tebeos) pero cualquiera de esos juegos era interrumpido y nuestra expresión se quedaba fija al escuchar el timbre desafinado del carrito de raspaos. En ese instante  corríamos hacia la verja y gritábamos para que parara y nos diera ese fabuloso raspao –improbable derivación  de la granita italiana pues carece de cualquier glamour ya que no te la dan en un bar con copa de vidrio sino pero en vasito de cartón de tono gris, y no te la entrega un elegante camarero con corbatín sino un humilde y sudoroso vendedor ambulante que lleva su carrito con colores de plástico casi tan desgastado como su gorra. De ahí deriva su encanto.


El raspao callejero, lejos de tomarse con cucharilla se va chupando, hasta quedar hecho agua. Los sabores que nos hacían perder la concentración de nuestros juegos y cuentos infantiles eran limón para Saúl, kola para Octavio (por que se puede hacer con Kola Román, un refresco originario de Cartagena) y para mí un reluciente raspao de tamarindo con un poco de leche condensada por encima que se nos iba derritiendo mientras entrábamos a la terraza para tomarlo allí sentados los tres en el columpio de madera, que es sin duda el mejor testigo de aquellos  veranos.
El raspao se puede hacer en casa, de ahí esta receta que me inventé una tarde de finales de verano en Barcelona después de haber descubierto que en una tienda de especialidades asiáticas vendían el tamarindo en cajita y la preparé llevada por la nostalgia, ingrediente casi tan agridulce como el tamarindo.

Raspao de tamarindo

Ingredientes

Hielo picado
1 taza de tamarindos maduros o ¼ de pasta de tamarindo (en tiendas de comida asiática)
5 vasos de agua
½ vaso de leche condensada 

Preparación

Se pica el hielo en la licuadora y luego se le agrega el jugo de tamarindo y el agua.
Se sirve con una capa fina de leche condensada en una copa de helado.



[1] la ilustración: http://cartagena.olx.com.co/maquina-de-raspao-o-cholados-marca-nostagia-entrega-inmediata.

No hay comentarios:

Publicar un comentario