sábado, 21 de julio de 2012

Celia


Este será el primero de todos los relatos que puedan aparecer acerca de la estadía de una mujer gato en el condado de Got porque el personaje que introduciré a continuación pertenece al prólogo de un libro, cuyas páginas fueron borradas a propósito por detractores y amigos ofendidos que pagaron sumas enormes por ver desaparecer aquello que fue tocado por el caos.
Sin embargo gracias a la buena tarea de  reciclaje  de algunos barrios del condado algunos borradores fueron encontrados y he aquí la primera de esas historias que recorren la ciudad como cerillas que alguna vez sirvieron para encender y  fueron apagadas por milicias urbanas.


 
De ser un personaje literario, la podría comparar con la protagonista de La hora de la estrella de Clarice Linspector, aunque su libro favorito era Emma Austen, desde luego, Clarice le quedaba muy lejos y la Bronte muy cerca, al ser Celia de cuna y apellidos escoceses, pues había nacido en un pueblo cerca de la horrible Glasgow, -sólo ella podía matizar ese adjetivo horrible haciéndolo sonar como una traducción libre  de bloody hell.
Como decía antes, el apellido era sin duda escocés y fácil de adivinar: Wallace. Celia Wallace -un nombre cálido y un apellido épico que hacía pensar en crudas batallas entre celtas e ingleses con Mel Gibson al mando. Bueno mejor sin Mel Gibson.
Cuando nos presentaron en el piso en el que yo viviría en calle Sardenya me dio la mano y me dijo: -soy Celia- aunque yo tardaría mucho tiempo en reconocer que su nombre verdadero era Cecilia, así figuraba en su tarjeta de residencia temporal. 
Cecilia, es decir, Celia y yo compartiríamos mi primera vivienda en la ciudad. Casi sin que comenzara a desempacar mis maletas, Celia ya me ofrecía una taza de té de Ceylan.  
Muchas noches, cuando yo volvía de uno de mis largos paseos nocturnos, me la encontraba en su habitación dormida o escuchando blues con la puerta entreabierta con cierto libro de advanced grammar en la orilla de la cama, según ella era de lo mejor para atrapar el sueño rápidamente.
Celia, (puesto que para mí siempre fue Celia, aunque en las cartas que recibí unos años después estaba escrito Cecilia Wallace como remitente) podría decirse que fue mi hada madrina en esa primera y agridulce estancia que me esperaba en el condado de Got.
Gracias a los garbanzos de Celia que cocinaba con mucho curry y sus abundantes tazas de té de Ceylan, me sentía más animada para estudiar porque  el dinero que había traído para un año había menguado en tres meses y el que me giraba mi abuela, no me llegaba sino para comprar la carísima tarjeta del tren del Vallès, algo de comida y para hacer algunas cuantas fotocopias, la mayoría de veces no podía permitirme ni un café de maquina, aunque de vez en cuando aparecía por arte de magia algo de suelto en mi monedero beber ese café me parecía un trago de vitalidad.  
-¿Qué fue de Celia y de su té de Ceylan?- me preguntaron al cabo de algunos años amigos míos de Got que la conocieron. Recuerdo a su padre en la ceremonia de mi graduación con cara de orgullo al ver que su hija hablaba un poco de español, recuerdo también una cafetera americana, -la herencia que me dejó de cuando volvió a Glasgow. A Celia le gustaba el café muy ligero y largo.
 Ahora que ya es de madrugada y no consigo conciliar el sueño, busco debajo de mi cama aquel libro de advanced grammar que Celia olvidó llevarse del piso de calle Sardenya, o quizá me lo dejara de herencia. Esta noche siento la necesidad de hojearlo sin más, sólo para asegurarme de que ella estará descansando feliz en un sitio donde los ángeles improvisan un blues.

Marcia & Cat people
De la serie de relatos inéditos: Residentes Temporales.

2 comentarios:

  1. Se me hace muy corto... quisiera saber mucho mas de Celia... que bonito que es este cuento incluso con Mel Gibson, o a pesar de él.
    :)

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  2. Hola querido admirador anónimo, espero que se te hiciera corto como un "abrebocas" y que te abriera el apetito porque en realidad ese cuento es el primero de una serie llamada "Residenes temporales". La historia real es mucho más triste pues perdí a esta amiga cuando las cosas me empezaban a ir un poco mejor y hubiera querido compartir más cosas con ella. Suele suceder con la gente que queremos, están allí pero sólo vemos lo que nos aportan cuando ya no están. Tengo pendiente un viaje a Escocia y hacer un brindis por Celia en el único bar de un condado perdido al sur de Glasgow, llamado Brouthy Ferry. ¿te apuuntas? No hay prisa.
    Gracias por tu comentario y por tus buenas vibraciones.
    Hasta otra, Marcia.

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