miércoles, 11 de julio de 2012

Huevos fritos en la Solfatara


A mi amiga e inspiradora musa, Ilaria Greco

Para quien ha leído La Enéida o algo conoce de la tradición greco-romana, el lago Averno, la puerta del infierno, sabe que tendría que estar inspirado en un magnético lugar de la variada geografía del sur de Italia. Ese lugar es Pozzuoli, que lleva su nombre por unos pozos que en la época romana eran considerados fuente de vitalidad y relajación para los patricios.
Pozzuoli no es visitado sólo por los que buscan este aspecto medicinal, sino más bien por  los admiradores y admiradoras de la magnífica diva del cine italiano Sofía Loren quien es oriunda de allí.  Por esa razón busqué Pozzuoli en el mapa para tomar una grappa en honor a esa maravillosa actriz e icono femenino.
De hecho fue entrando en una minúscula taberna del pueblo cuando recordé  un reportaje en el que ella explicaba sus humildes orígenes, el griterío de los hombres en las tabernas de Pozzuoli, los apetecibles spaguettis con tomate con aroma de la albahaca fresca y el fétido olor que venía de la solfatara.
La solfatara, un cráter cubierto de ceniza y azufre con su aspecto lunar es propicia tanto para filmar una película de serie B, tomar unos baños termales, para mejorar la líbido como han encontrado los estudiosos de la Università Federico II de Napoli,  o para algo tan sencillo como freirse un huevo sin necesidad de aceite caliente. Por muy raro que parezca hay vecinos del lugar y gente que viene Nápoles que lo hacen: llevan su picnic del domingo a las afueras de Pozzuoli, fríen sus huevos en la solfatara, se bañan en fango  y para que el plan sea completo tiran sus trastos viejos (dígase nevera, hornos, etc.) en el lago Averno.
Ese simbólico lugar que ya en La Divina Comedia está caracterizado por su aspecto lúgubre y la ausencia de aves (de ahí su nombre) y que en mi enciclopedia Lo Sé Todo estaba ilustrado como un cómic un tanto gore (sobre todo los castigos del infierno que me eran muy sugerentes), no estaría más precedido por Caronte, sino por algunos carabinieri alertas a que no se tiren más electrodomésticos dentro del lago, aunque su visita no tenga un  carácter turístico, quizá derive de ahí su decadente encanto. Si algún día quiero volver  ya sabré que en vez de una moneda para dar al barquero para ayudarme a llegar a la puerta  del infierno, debo llevar más bien un huevo en la mano y en cuya yema se leerá una cita del poeta: Quaeque ipsa miserrima vidi, et quorum pars magna fui [1]


[1] Cuantas cosas horribles vi, y en cuantas de ellas participé.

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